Isla de Madeira

Madeira es la isla principal del archipiélago homónimo y cuenta con una superficie de 736 km2. Tiene una topografía muy abrupta, en la que destacan los grandes barrancos, las “calderas” o cuencas de erosión y los cantiles costeros, existiendo pocos terrenos llanos de cierta amplitud, como la meseta de Paúl da Serra, situada en la mitad occidental, a unos 1.500 m de altitud. El litoral es en general bastante escarpado, con acantilados que superan los 200 m de altura en algunos sectores, destacando el Cabo Girão, con 580 m de caída prácticamente vertical hacia el mar. Las playas naturales son escasas, siendo la mayoría de callaos y arena negra, aunque en la península de la Ponta de São Lourenço hay una muy famosa de arena clara, Prainha. La altitud máxima se encuentra en el Pico Ruivo, con 1.861 m, al que le sigue el Pico Arieiro, con 1.810 m; ambos situados en el sistema montañoso oriental. Por otro lado, resaltan las amplias cuencas de erosión de Curral das Freiras y Serra de Água, así como los grandes barrancos que llevan agua durante todo el año, como Ribeira da Janela, que constituye la cuenca hidrográfica más larga de la isla.

En cuanto al clima, existe un gradiente altitudinal muy marcado, que condiciona la existencia de microclimas de tipo mediterráneo en cotas bajas y medias, y de tipo templado en las zonas más elevadas. En la fachada septentrional se producen temperaturas medias anuales alrededor de los 15ºC y precipitaciones del orden de los 1.500 mm, mientras que en la meridional estos valores se mantienen en torno a los 20ºC y los 1.000 mm de precipitación media anual. En Funchal, capital de la isla, la precipitación media desciende hasta los 600 mm, y en algunas zonas montañosas orientadas al norte ronda los 2.500-2.800 mm. Además, en las cumbres más altas llegan a registrarse temperaturas por debajo de los 0ºC, produciéndose con frecuencia heladas y nevadas en la época invernal y principios de la primavera.

El nombre de la isla deriva precisamente de la abundancia de madera y, por tanto, de masa forestal. Según la tradición, a principios del siglo XV, un enorme incendio hizo arder los bosques isleños durante siete años, lo que es poco probable teniendo en cuenta la gran humedad ambiental reinante en buena parte del territorio. Oficialmente, Madeira fue descubierta por los navegantes portugueses João Gonçalves Zarco y Tristão Vaz Teixeira en 1420, aunque existen ciertas dudas al respecto. Las actividades tradicionales, como la agricultura, la ganadería y la pesca siguen teniendo una importancia crucial en la economía de la isla, si bien el desarrollo turístico, presente de forma notoria desde principios del siglo XX, se ha incrementado últimamente mejorando las condiciones de vida de la población local. Un capítulo importante en la economía isleña lo constituye la artesanía del mimbre, una tradición desarrollada particularmente en Camacha, una población situada al noreste de Funchal. Por otro lado, Madeira ofrece una gastronomía tradicional basada en exquisitos platos de carne (por ejemplo, la famosa “espetada”) y pescado (por ejemplo, el “peixe espada”, un pez de profundidad), sin olvidar sus extraordinarios vinos. Por otro lado, los numerosos jardines y “quintas” que se encuentran en Funchal y su entorno son un reflejo del buen gusto estético de la población, patente también en la arquitectura tradicional.

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