Desertas

Las islas Desertas son un pequeño grupo de islotes deshabitados que se sitúan frente a la isla de Madeira, compuestos por Ilhéu Chão, Deserta Grande y Bugio, cuya superficie total alcanza los 14 km2, de los que 10 corresponden al mayor de ellos, Deserta Grande. Por su parte, Ilhéu Chão tiene 0,4 km2 y Bugio 3 km2. Destaca su forma de “cuchillos” al verlos desde lejos, ya que son bastante estrechos y de forma alargada, con importantes acantilados, que llegan a superar los 400 m de altura, como ocurre en Deserta Grande, cuya cota máxima es de 479 m. A nivel geomorfológico resaltan las “islas bajas” formadas al pie de dichos cantiles, las cuales en gran medida se han formado por desplomes ocurridos incluso en tiempos históricos, como el de Doca, el embarcadero de Deserta Grande donde se ubican actualmente las únicas construcciones habitadas casi de forma permanente, la casa de los guardas y el centro de visitantes de la Reserva Natural.

Tras la declaración de la Reserva Natural en el año 1995 (aunque las Desertas ya estaban protegidas legalmente desde 1990) se logró regular la pesca y otras actividades humanas, de forma que hay un amplio sector en el que la pesca ha sido prohibida, coincidente en gran medida con el hábitat actual de la foca monje o “lobo marino” (Monachus monachus), ya que dicha especie de pinnípedo, muy amenazada a nivel mundial, precisa de una gran tranquilidad para reproducirse y alimentarse.

Estos islotes ya eran conocidos desde el siglo XIV, aunque oficialmente fueron descubiertos en 1420, coincidiendo con la llegada de los descubridores al resto del archipiélago. La propiedad de los mismos pasó por diversas manos, incluso por un inglés, el Sr. Henry Carvely Hinton, que fue el propietario a mediados del siglo anterior, mientras que ya en 1971 pasaron a pertenecer al gobierno de Portugal. A pesar de que las Desertas nunca llegaron a ser habitadas de forma permanente en el pasado, hubo varios intentos de colonización y se introdujo ganado desde el siglo XV, destacando una raza o tipo de cabra que, supuestamente, desciende de las cabras prehispánicas de Canarias y aún sobrevive en pequeño número. Por otro lado, se llegó a plantar cereales y era frecuente la colecta de orchillas (líquenes del género Roccella) y barrilla (plantas anuales del género Mesembryanthemum) en ellos. Otros usos destacados fueron la utilización de unos antiguos puestos de vigilancia militar, construidos durante la Segunda Guerra Mundial, para el avistamiento y posterior caza de ballenas, y la captura de pardelas cenicientas (Calonectris diomedea borealis), actividades que con la declaración del espacio natural protegido, las labores de educación ambiental y la estricta vigilancia llevada a cabo en él han desaparecido por completo. En la actualidad los principales usos que sostiene el espacio son la investigación científica, la conservación de los recursos naturales y las visitas guiadas de tipo turístico-educativo.

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