Madeira
El archipiélago de Madeira se localiza sobre una corteza oceánica de 140 Ma (millones de años) y asciende desde más de 4.000 m de profundidad, hasta los 1.862 m de Pico Ruivo (en la isla de Madeira). Asimismo, se sitúa en el extremo suroeste de una cadena volcánica, sumergida en su mayor parte, de aproximadamente 700 km de longitud, que incluye el complejo volcánico Madeira-Desertas (0.1 a 5 Ma), Porto Santo (11-14 Ma) y los montes submarinos de Seine (22 Ma), Ampere (31 Ma) y Ormonde (67 Ma). Esta progresión de edades es producto del desplazamiento de un clásico hotspot (punto caliente de emisión de materiales volcánicos desde el manto).
Madeira y Desertas constituyen un solo complejo geológico formado en cuatro fases. De la primera etapa, la de estadio submarino, se conoce muy poco, si bien comprende aproximadamente el 95% del volumen total de materiales. En la costa sur de las islas existen cañones submarinos, que parten desde el litoral llegando hasta los 3440 m de profundidad, junto a campos de conos de cinder y depositos sedimentarios producidos por grandes deslizamientos de los flancos de ambos edificios insulares. Una segunda fase tuvo lugar al final del Mioceno y durante el Plioceno (4,6-3,9 Ma), y corresponde al basamento submarino y las rocas subaéreas más antiguas. Consiste en depósitos de piroclastos y brechas volcánicas, con pequeñas coladas, que localmente aparecen cortadas por diques, formando una intricada red en la parte central de la isla de Madeira. Entre los 3,6 y 3,2 Ma, mientras el volcanismo se mantuvo inactivo en Madeira, emergieron las Desertas. Una siguiente fase de edad plio-pleistocena (3-0,7 Ma), compuesta principalmente por lavas basálticas alcalinas, cubre prácticamente todas las islas con una potencia que puede superar los 500 m. La unidad superior (a partir de los 0,7 Ma) consiste en conos de escorias y coladas, que se originaron después de un largo periodo de intensa erosión de las islas, principalmente en la zona oriental de Madeira.
La zona central de Madeira y Desertas se caracteriza por presentar enjambres de diques con un fuerte buzamiento, numerosas fallas y abundantes conos de cinder encajados unos sobre otros. Estas estructuras son paralelas a los ejes de mayor longitud de Madeira (E-W) y Desertas (NNW-SSE), y características de zonas de fisuras volcánicas (volcanic rift), como ocurre en Canarias o Hawaii. Una orografía accidentada, dominada por calderas volcánicas, profundos barrancos y crestas, caracteriza el paisaje de la isla de Madeira. Una de las áreas más característica del archipiélago, desde el punto de vista geológico, es la Ponta de São Lourenço, en el extremo NE de la islas de Madeira, cuya parte oriental está orientada hacia las Desertas. El paleorelieve de la península ha sido arrasado por la erosión, lo que ha provocado una geomorfología muy inclinada hacia el sur, mientras que la costa norte está dominada por altos y escarpados acantilados. Básicamente, está constituida por depósitos piroclásticos basálticos procedentes de erupciones freatovolcánicas de naturaleza explosiva, cortados por numerosos diques.
Porto Santo, surgida durante el Mioceno, se localiza a unos 45 km al noreste de Madeira, de la que está separada por una profundidad de aproximadamente 2.000 km. Se trata de una isla enormemente erosionada, hasta el punto de que parece que actualmente ocupa un tercio de su superficie original, a juzgar por los estudios batimétricos de los fondos que la rodean. El núcleo de la parte NE de la isla está formado por lavas basálticas y traquíticas, fundamentalmente submarinas, entre los que se intercalan niveles de carbonatos depositados en aguas someras. Por el contrario, la parte oeste del edificio insular, se ha formado por un fino apilamiento de coladas de lavas basálticas alcalinas asociadas a lavas almohadilladas. Ambas unidades están diseccionadas por voluminosas intrusiones y diques basálticos y traquíticos, que conforman la mayoría de las crestas y elevaciones de la isla. Los diques muestran una orientación NE-SW preferentemente en la parte oeste de la isla, y una disposición radial en el Este.
El archipiélago de Madeira se sitúa a unos 700 km de la costa del noroeste de África y a unos 500 km de Canarias. Se halla constituido por una isla principal (Madeira), con una superficie de 736 km2; una isla pequeña (Porto Santo), con unos 42,2 km2; y un conjunto de islotes deshabitados, las Desertas (Ilhéu Chão, Deserta Grande y Bugio), que suman alrededor de 14,5 km2. Por tanto, la superficie total del archipiélago es de unos 819,5 km2. Madeira es una isla muy montañosa, con imponentes acantilados costeros, barrancos profundos, impresionantes “calderas” de erosión y picos que se acercan a los 2.000 m, como el Pico Arieiro (1.818 m de altitud) y el Pico Ruivo (1.861 m, la máxima cota insular). En la mitad occidental destaca la amplia meseta de Paúl da Serra, la mayor extensión de terreno llano existente en la isla. Por su parte, Porto Santo es una ínsula muy erosionada y comparativamente mucho más llana que Madeira, en la que domina un paisaje semiárido de llanuras abiertas, si bien existen igualmente acantilados costeros de más de 200 m de altura en el sector noreste y un conjunto de picos que resaltan en el paisaje, entre los que destaca el Pico do Facho, que, con sus 517 m, constituye la cota más alta de la isla. Por último, con relación a las Desertas, impresiona la forma y altitud de estos islotes, que vienen a ser como “cuchillos” en medio del océano, ya que son muy estrechos, con una longitud más o menos notable y una altitud que supera los 400 m, siendo la cota más alta los 478 m de Deserta Grande, que es a su vez el islote de mayor superficie de los tres (10 km2).
El clima es de tipo mediterráneo templado, con una fuerte influencia atlántica debido a su localización, afectándole el régimen de vientos alisios. Las precipitaciones medias, de unos 600 mm, son mayores que las de Canarias e intermedias entre este último archipiélago y las islas Azores, aún más húmedas que Madeira. En cambio, las temperaturas son similares a las de Canarias -con las lógicas variaciones altitudinales-, de manera que en las cumbres más altas pueden bajar de los 0ºC, lo cual produce heladas y nieve en la época invernal y a principios de la primavera, mientras que en Funchal, orientada al sur, la sensación térmica es muy similar, por ejemplo, a la que se tiene en Santa Cruz de Tenerife.
Un aspecto diferencial con respecto a Canarias, al menos en los tiempos actuales, es la presencia de importantes arroyos permanentes en distintos barrancos de la isla principal, lo cual nos habla bien a las claras de que Madeira tiene un clima más húmedo y lluvioso que el del archipiélago canario; también hay algunas cascadas de agua que caen libremente al mar, sobre todo en la vertiente norte, algo que en Canarias ya se ha perdido desde hace varias décadas.
Volver