Porto Santo

Porto Santo se encuentra a unos 39 km al noreste de Madeira, y tiene una superficie de unos 42,2 km2. Desde el punto de vista paisajístico y geomorfológico, presenta una notable similitud con las islas más orientales de Canarias, ya que en ella predominan los terrenos llanos, las montañas y picos aislados y las lomas de relieve suave, además de playas arenosas y pequeños sistemas dunares. En la vertiente sur de la isla se extiende una playa de arenas blancas de unos 9 km de largo, que ocupa casi todo el arco meridional. Por la vertiente norte hay cantiles costeros que llegan a sobrepasar los 200 m de altura, como los del sector comprendido entre el Pico do Concelho y Pico Branco. Los picos más altos son Pico do Concelho (324 m de altitud), Pico do Castelo (437 m), Pico Branco (450 m) y Pico do Facho (517 m, el más alto de la isla). Por la zona central se extienden amplias llanuras, que conectan con otros picos y pequeñas elevaciones del sector suroeste, destacando el Pico de Ana Ferreira (283 m de altura).

El clima es sensiblemente más árido que el de Madeira, aunque parecido al de Ponta de São Lourenço o al de las Desertas, con menos precipitaciones, temperaturas más altas y mayor grado de insolación que Madeira.
La población supera los 5.000 habitantes, y se halla concentrada en su capital, Vila Baleira, así como en Camacha, Campo de Cima y Campo de Baixo. Durante el verano la población insular asciende notablemente con la llegada de turistas, la mayoría procedente de la vecina Madeira, debido a que Porto Santo tiene la mejor playa del archipiélago y un clima suave y soleado. De hecho, en las dos últimas décadas se han construido importantes complejos hoteleros en la vertiente sur, entre Campo de Baixo y Ponta da Calheta, así como un campo de golf en las proximidades del aeropuerto.

Aún existe una cierta actividad agrícola y ganadera, pero es el sector servicios el que está dinamizando la economía local, sobre todo con el turismo veraniego. La agricultura existente, ya residual, se basa en los viñedos, que incluso fueron plantados sobre las dunas para evitar el avance de las arenas. La proliferación de eras, molinos de viento y otras infraestructuras asociadas a la agricultura de secano, refleja la gran importancia que tuvieron los cereales en el pasado. Entre los hitos históricos, destacan su descubrimiento en 1419, un año antes que Madeira, y la estancia de Cristóbal Colón en la isla en 1480, donde se casó, y el paso por la misma en junio de 1498, durante su tercer viaje a América.

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