Geología de Canarias
El archipiélago canario está constituido por una serie de elevaciones volcánicas, independientes entre sí (salvo Lanzarote y Fuerteventura, que forman un único bloque insular separado por el estrecho de la Bocaina), que surgen a más de 4.000 m de profundidad. Las islas están asentadas sobre una zona de transición oceánico-continental sobre la corteza oceánica, cuya edad oscila entre los 150-180 Ma (millones de años) y se corresponde con las fases iniciales de la apertura del océano Atlántico. Aparte de las islas emergidas, en su entorno se encuentran varios bancos sumergidos, entre los que destacan los de Concepción y Dacia, al norte de Lanzarote, y Amanay, entre Gran Canaria y Fuerteventura. El debate sobre el origen de las islas está todavía abierto, pero se puede hablar de tres hipótesis principales, que han aportado diferentes aspectos a la formación del archipiélago. La primera de ellsd fue la del punto caliente, donde un penacho térmico originado en la base del manto terrestre sería la fuente de todos los magmas del archipiélago. Al estar dicho penacho en posición fija con respecto a la placa africana, desplazándose linealmente de oeste a este, se irían formando un conjunto de islas alineadas con edades decrecientes hacia el W. Sin embargo, esta idea tiene muchos problemas, por lo que han surgido dos hipótesis alternativas: la de la fractura propagante y la de los bloques levantados. La primera establece que el archipiélago surgió sobre la prolongación de una gran fractura ENE-WSW procedente del Sur del Atlas y cuya actividad repetida y propagada de este a oeste, generó el magmatismo que daría lugar a las islas Canarias. La segunda considera que las islas se elevaron a modo de bloques levantados a favor de grandes sistemas de fallas inversas. Últimamente ha surgido una teoría de consenso, donde se han extraído varios aspectos de las tres. Todas las islas del archipiélago pasan, durante su formación, por unas etapas similares que se reflejan en una serie de grandes unidades volcanoestratigráficas, si bien el desarrollo de cada una de ellas se produce en tiempos diferentes en las distintas islas y solo son observables en tres de ellas. Estas unidades son: 1) Complejo Basal y 2) Series volcánicas subaéreas. De ellas los complejos basales solo son visibles en las islas de Fuerteventura (macizo de Betancuria), La Gomera (caldera de Vallehermoso) y La Palma (caldera de Taburiente). Los complejos basales, unidad más antigua de las ínsulas en las que es visible, comenzaron a formarse hace 70 Ma en el fondo oceánico de la futura isla de Fuerteventura, proceso que se extendió a lo largo de 45 Ma hasta sus últimas manifestaciones de hace 25 Ma. En La Gomera la misma unidad se desarrolló entre los 25 a 19 Ma, y en La Palma, en torno a los 4 Ma. La característica común de los complejos basales es que están constituidos por rocas plutónicas, lavas submarinas, sedimentos y densos enjambres de diques. Las series volcánicas subaéreas se desarrollaron posteriormente sobre los edificios volcánicos submarinos, constituyendo las áreas emergidas de las islas. Esta segunda gran unidad volcanoestratigráfica se desarrolla en varias etapas, comenzando todas ellas por la construcción de volcanes en escudo hace entre 20 y 15 millones años en las islas orientales y 2 Ma en La Palma y El Hierro. Restos de estos volcanes en escudo son las denominadas series basálticas antiguas o basaltos tabulares de la Serie I. Posteriormente se suceden dos ciclos volcánicos conocidos en la literatura como Serie Intermedia y Serie Reciente, esta última coronada por las erupciones históricas de los últimos 500 años. Desde el punto de vista geoquímico las rocas volcánicas de Canarias pertenecen a la serie ígnea alcalina, que está formada por una secuencia de rocas cuya composición evoluciona desde términos indiferenciados, representada por basaltos, hacia términos intermedios, representada por traquibasaltos, y, finalmente, hacia términos más diferenciados o evolucionados, por traquitas y fonolitas. De forma general, en Canarias existen tres tipos de materiales con comportamientos mecánicos bien diferenciados: (1) los depósitos de lluvia piroclástica, de cínder, ignimbritas no soldadas, oleadas piroclásticas (“surges”), brechas y cineritas en general, (2) coladas basálticas, traquíticas, fonolíticas, ignimbritas soldadas y autobrechas,k y (3) formaciones sedimentarias. Los materiales piroclásticos de tipo cínder (lapilli y escorias) son muy comunes en todas las islas del archipiélago canario y aparecen en forma de conos volcánicos de pequeñas dimensiones. Las ignimbritas no soldadas, aparecen más comúnmente en las islas de Tenerife y Gran Canaria en forma de paquetes de un espesor que puede variar entre 1-5 m. Las coladas basálticas son comunes en todo el archipiélago, y solo las islas centrales de Gran Canaria y Tenerife concentran la mayoría de lavas traquíticas y fonolíticas. Por último, las formaciones sedimentarias aparecen asociadas con intensos procesos erosivos, como en el caso de los potentes depósitos de pie de monte y avalancha extendidos a todo lo largo del litoral del norte de Anaga, o períodos áridos con intensos vientos, en el caso de los depósitos de arenas eólicas que cubren muchas zonas de Lanzarote y Fuerteventura.