Musaraña canaria (Crocidura canariensis)
Este pequeño mamífero insectívoro, bien conocido por habitantes de las islas orientales de Canarias, no fue incorporado al ámbito científico hasta 1984, primero como subespecie de la musaraña común (C. russula), y posteriormente, en 1987, como taxón exclusivo de Canarias, con una distribución que incluye Lanzarote, Fuerteventura, Lobos y Montaña Clara. Su presencia ya fue constatada en yacimientos paleontológicos del Pleistoceno tardío datados en 25.000-32.000 años de antigüedad, cuyo origen parece deberse a una colonización natural desde el vecino continente africano, donde podría haber existido el ancestro común tanto de estas musarañas como la de Sicilia (C. sicula), dado su idéntico cariotipo (2N=36) y las afinidades genéticas que comparten. En cualquier caso, ambas se separaron hace unos 5 millones de años. Con un peso aproximado a los 8 gramos y una longitud de 7 cm, la musaraña canaria es un voraz cazador de invertebrados, de ojos rudimentarios, pero equipado con grandes orejas y pelos muy largos y sensibles que le ayudan a capturar sus presas, que cuenta también con un logro evolutivo compartido con unas pocas especies de lejanas islas caribeñas. Su saliva es venenosa y tiene efectos neurotóxicos, lo que le permite inocularla dejando paralizada durante horas presas mucho mayores que ella, como los lagartos atlánticos, que puede almacenar y devorar cuando los recursos alimenticios disminuyen.