Paleontología de Canarias

Debido al origen volcánico de las islas Canarias, al igual que ocurre en el resto de los archipiélagos macaronésicos, el registro fósil es incompleto. Sin embargo, a nivel de la región es uno de los más relevantes, pues hay numerosos yacimientos y especies fósiles, tanto terrestres como marinas. En Canarias se conocen fósiles y subfósiles de todos los grupos de vertebrados, excepto los anfibios, que han sido introducidos recientemente. Su registro se extiende se extiende desde el Mioceno hasta prácticamente la llegada del hombre a Canarias, aunque de forma bastante puntual e intermitente. Los fósiles de vertebrados más antiguos que se conocen en las islas son las tortugas terrestres gigantes del Mio-Plioceno y Pleistoceno y las aves de gran tamaño del escarpe de Famara en Lanzarote, de edad miocena, fósiles que se encuentran en tobas (piroclastos pumíticos) y en calcarenitas (arenas muy consolidadas). Con respecto a las aves de Famara, su adscripción a un grupo determinado es aún causa de controversia, si bien estudios recientes indican que los huevos fósiles hallados pertenecen a avestruces. En estos depósitos de Famara también se han hallado restos de una serpiente de la familia Boidae, que hasta hace poco eran los únicos fósiles de este grupo. Sin embargo, recientemente se ha hallado un esqueleto axial articulado de otra especie de ofidio en Fuerteventura. Las tortugas, pertenecientes al género Geochelone, son similares a las que viven actualmente en otras islas oceánicas, y llegaron a estar ampliamente distribuidas en el archipiélago canario, hallándose restos en Tenerife (G. burchardi), Gran Canaria (G. vulcanica), Fuerteventura y Lanzarote (Geochelone sp. 1 y sp. 2, respectivamente). El gran tamaño de las tortugas no es el único caso de gigantismo que se da entre la fauna insular. La ausencia de depredadores y la abundancia de recursos alimenticios son factores que favorecen la tendencia evolutiva hacia el aumento de tamaño en las especies que colonizan espacios insulares.
Los tubos volcánicos actúan como verdaderas trampas naturales, en donde se concentran y preservan los fósiles de reptiles, aves y mamíferos que vivieron en épocas pretéritas, por lo que constituyen una de las principales fuentes de información paleontológica en ecosistemas volcánicos. En ellos se ha encontrado la mayoría de las especies extintas de vertebrados que se conocen en el archipiélago. Es el caso del lagarto gigante Gallotia goliath de Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro, de los roedores Canariomys bravoi, de Tenerife, y Malpaisomys insularis, de Fuerteventura, o de varias especies de aves (Puffinus olsoni, Coturnix gomerae y varias especies de paseriformes). La llegada de especies invasoras, como ratas y gatos, debió tener efectos drásticos sobre las poblaciones de estas especies, conduciendo a su total desaparición, tanto por la depredación como por la transmisión de enfermedades. A ello habría que sumar que estos animales fueron una eficaz fuente de proteínas para los primeros pobladores de las islas, como prueba la presencia de sus restos en yacimientos arqueológicos.
Uno de los depósitos sedimentarios terrestres de gran importancia para la investigación paleontológica en Canarias son las dunas, que pueden comportarse como auténticos cementerios de fauna, tanto vertebrada como invertebrada, favoreciendo la conservación de sus restos al ser enterrados rápidamente en un ambiente más o menos árido. Algunas especies fósiles de gasterópodos terrestres nuevos para la ciencia han aparecido en paquetes de arenas consolidadas pertenecientes al periodo Mio-Plioceno, como es el caso de cuatro especies del género Canariella en Gran Canaria, y al Pleistoceno, tales como Napaeus lajaensis en Tenerife. En las formaciones dunares fosilizadas también se encuentran los conocidos “nidos de antofora”, que en realidad pertenecen a diferentes familias de Himenópteros y Coleópteros. Son unas estructuras en forma de dedal y de unos pocos centímetros de tamaño, que representan huellas de actividad de los insectos.
Por último, entre los fósiles terrestres, un grupo muy raro en Canarias son las plantas, ya que la naturaleza volcánica de las islas no favorece su formación. A pesar de ello, en ocasiones aparecen troncos, hojas, frutos y otros restos vegetales entre los materiales volcánicos (Gran Canaria y Tenerife). En lo que se refiere al registro paleontológico marino, los fósiles más antiguos que se conocen en Canarias se encuentran en los materiales del complejo basal de Fuerteventura, representados por algas fósiles, bivalvos pelágicos, equinodermos y foraminíferos, así como por ejemplares de Partschiceras cf. whiteavesi, un cefalópodo perteneciente al mítico grupo de los ammonites, que dominaron los mares de la era Mesozoica (hace entre 250 y 65 millones de año). En las islas se han encontrado numerosos yacimientos paleontológicos originados por los cambios del nivel del mar (movimientos eustáticos), tanto pliocenos como pleistocenos, las conocidas como “playas levantadas”. En estos depósitos se encuentran fósiles de moluscos y algas calcáreas, pertenecientes a diferentes especies según las condiciones ambientales predominantes en cada momento. Los yacimientos más antiguos se localizan, generalmente, a bastantes metros sobre el nivel del mar actual, llegando incluso a los 120 m; por el contrario, los yacimientos correspondientes al Cuaternario suelen aparecer entre uno y cuatro metros sobre el nivel del mar

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