Pardela pichoneta (Puffinus puffinus)

Ave marina pelágica de 30-35 cm de longitud y 71-83 cm de envergadura, caracterizada por el gran contraste existente entre la coloración dorsal, que es negruzca, y la ventral, blanca. La tonalidad oscura de la cabeza llega por debajo del ojo, rasgo compartido con la pardela chica de Cabo Verde (Puffinus boydi), a diferencia de lo que ocurre con la pardela chica macaronésica (Puffinus baroli). Como es típico en procelariformes, su pico cuenta con “narinas” o pequeños tubos que le sirven para expulsar el exceso de sal, y las patas son palmeadas. Cuando se acerca a sus colonias de cría emite un sonido muy peculiar, que le ha valido los nombres vernáculos onomatopéyicos de “estapagao”, “apagao”, etc. en Canarias y de “patagarro” en Madeira. Se trata de una especie propia del Atlántico Norte, que es particularmente común en las islas británicas. En la Macaronesia se reproduce en Azores (Flores y Corvo, con registros de cría aislados en Santa Maria y São Miguel), Madeira, y Canarias (La Palma y Tenerife, y probablemente también en La Gomera), siendo observada con relativa frecuencia en mar abierto cerca de Madeira, Salvajes, Canarias y, en menor medida, Cabo Verde, sobre todo a finales del verano y principios del otoño. Se alimenta básicamente de peces y cefalópodos, si bien apenas hay información al respecto en lo que concierne a los archipiélagos macaronésicos. A pesar de ser un ave marina, su hábitat de cría está constituido por laderas y barrancos con vegetación de laurisilva o monteverde y suelo blando, ya que suele excavar su propia hura u oquedad, donde deposita un único huevo. A menudo las colonias distan varios kilómetros del mar, y en algunos casos se sitúan a altitudes superiores a los 1.200 m, como ocurre en Madeira. Sin embargo, en Azores se ha registrado un intento de cría en un roque costero. La época de reproducción se extiende desde febrero hasta septiembre, con algunas variaciones según el archipiélago, ya que en Azores es más tardía que en Madeira y Canarias. Abandona las áreas de cría a partir de agosto-septiembre para dirigirse hacia Sudamérica. Los primeros ejemplares regresan en enero, y de febrero en adelante ya se suele escuchar su voz en las colonias. Se trata de una especie en franca regresión en esta parte del Atlántico, donde está ya al borde de la extinción en Canarias y se ha rarificado igualmente en Madeira y Azores. Las poblaciones canarias fueron evaluadas en unas 20 parejas en Tenerife y menos de 200 en La Palma entre finales de la década de 1980 y principios de los 90, pero distintos estudios recientes indican que son muy inferiores. En Madeira se han estimado 2.500-10.000 ejemplares, y en Azores se barajan cifras de 115-240 parejas. Tal situación está relacionada con distintos factores de amenaza, entre los que destacan las capturas de ejemplares para el consumo humano (en el pasado), la depredación por ratas y gatos y los deslumbramientos en los núcleos urbanos (sobre todo de juveniles), sin descartar la contaminación marina y el choque con tendidos eléctricos que atraviesan las cercanías de sus colonias reproductoras

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