Volcanismo reciente en la Macaronesia
Salvo en los archipiélagos de Madeira y Salvajes, en los otros tres de la Macaronesia se ha producido actividad volcánica en épocas históricas. Desde los inicios de su colonización (1427) hasta la actualidad, en Azores se han registrado 26 erupciones históricas; de éstas 13 se reparten en cinco de las nueve islas (Faial, Pico, Sao Jorge, Terceira y São Miguel), casi todas correspondientes al grupo de las Azores centrales. El resto de los eventos volcánicos se ha producido en el mar; el último de ellos (Serreta, al noroeste de Terceira) tuvo lugar en 1998 y se reactivó en 2004. En la región macaronésica este volcanismo submarino únicamente se ha registrado en Azores. Pico y Faial son las islas más activas, donde han tenido lugar cinco de las trece erupciones históricas subaéreas, dos en Faial (1672-1673 y 1957-1958) y tres en Pico (1562, 1718 y 1720). Esto se debe básicamente a su complejidad geotectónica, puesto que disponen de su propia fractura (ZFFP = zona de fractura Faial-Pico) directamente relacionada con las fallas transformantes de la dorsal atlántica. Por otro lado, hay que tener en cuenta su juventud geológica, ya que Pico es la isla más joven de este archipiélago. En su mayoría han sido erupciones fluidas, de magmas básicos y de baja o media explosividad, con dinamismos de tipo hawaiano y estromboliano. Sin embargo, también se han registrado manifestaciones volcánicas de magmas ácidos y viscosos con dinamismos de gran explosividad tipo hidromagmático y pliniano. Además de la actividad propiamente eruptiva, en Azores se registran numerosas manifestaciones de fumarolas, aguas y manantiales termales, anomalías térmicas, etc.
En el caso de Canarias, la actividad volcánica histórica se ha registrado en cuatro islas: El Hierro, Lanzarote, Tenerife y La Palma, habiéndose producido un total de 12 episodios eruptivos. En El Hierro solo se conoce la erupción de 1793 en el noroeste de El Golfo, aunque existe controversia al respecto. Tenerife ha sido una de las islas con mayor actividad, tratándose de episodios localizados en las dorsales y en el centro de la isla. El siglo XVIII fue uno de los más dinámicos, con tres erupciones ocurridas en 1704-1705 (Pedro Gil), 1706 (Abeque) y 1798 (Narices del Teide). La última manifestación volcánica en Tenerife tuvo lugar en 1909 (Chinyero). Lanzarote fue el escenario de la más espectacular formación de volcanes históricos. Las erupciones de Timanfaya, ocurridas entre 1730 y 1736, remodelaron el paisaje de la parte noroeste de la isla; en 1824, muy cerca de Timanfaya, entraron en erupción tres nuevos volcanes (Tao, volcán Nuevo del Fuego y Tinguatón). La Palma es la que cuenta con un mayor número de erupciones históricas, además de ser la isla donde tuvo lugar la última manifestación volcánica. La primera fue la de montaña Quemada, entre 1470 y 1492, seguida por la erupción del Tahuya (1585), Tigalate (1646), San Antonio (1677) y montaña Lajiones (1712). Ya en el siglo XX entró en erupción el volcán de San Juan (1949), y finalmente el Teneguía (1971), el último subaéreo de Canarias. En octubre de 2011 se produjo una erupción submarina frente a La Restinga (El Hierro), formándose un cono volcánico que se quedó a unos 85 metros por debajo de la superficie del mar.
La actividad eruptiva reciente en las islas occidentales se puede explicar por encontrarse aún en una fase de desarrollo inicial, aunque no es el caso de Lanzarote, donde el volcanismo puede deberse a cambios rápidos en el sistema de esfuerzos a los que se ve sometida la corteza oceánica. En las islas occidentales los centros eruptivos recientes se localizan preferentemente en las zonas de crestas centrales, llamadas localmente dorsales, las cuales están atravesadas por multitud de diques que pueden fracturarse fácilmente ante el empuje ascensionales del magma. En Lanzarote también se observa la alineación de volcanes a través de fracturas del terreno. El volcanismo histórico de las islas ha sido exclusivamente de carácter efusivo, con magmas de naturaleza basáltica y mecanismos similares al estromboliano. Este tipo de erupción se caracteriza por la emisión de piroclastos, que acaban formando uno o varios conos volcánicos, y por el flujo de coladas. En todas las islas se registra actividad volcánica actualmente, en forma de pequeños movimientos sísmicos, emanación de gases, fumarolas y anomalías térmicas.
Por último, en el caso del archipiélago de Cabo Verde, el volcanismo reciente queda bien patente en la isla de Fogo, en donde la intensa actividad magmática de los últimos tiempos geológicos han conformado el único estrato-volcán de ese archipiélago, el Pico do Fogo, de 2.829 m de altitud, que se asienta sobre una espectacular caldera de colapso, de 30 km de diámetro, abierta hacia el este en forma de anfiteatro, y cuyas paredes verticales llegan a alcanzar los 1.000 m de desnivel. Desde 1596 se han producido al menos 10 erupciones, la última en 1995, quedándose la lava emitida retenida en el interior de la caldera. No sucedió así en la anterior erupción, en 1951, cuyas coladas lávicas la sobrepasaron por la cara suroeste y discurrieron pendiente abajo. Al igual que ocurre en Azores, donde la actividad eruptiva reciente se manifiesta en las islas más modernas, Fogo es la isla más joven de Cabo Verde, por lo que el volcanismo debe estar relacionado con la anomalía térmica del manto que ha generado las islas. Las erupciones han sido principalmente de tipo fisural, aunque se ha observado un par de eventos de tipo estromboliano. Éstas han estado formadas por materiales basálticos no diferenciados en forma de coladas y piroclastos.